jueves, 4 de febrero de 2010

Facatativá

Facatativá puede ser "pueblo pequeño, infierno grande" pero también "pueblo grande, infierno inmenso". Facatativá no es una ciudad, tiene ínfulas de ciudad; no es un pueblo, tiene complejo de pueblo. Facatativá es un híbrido, es un limbo, es una isla.
Facatativá quedó a medio camino de todo: ni lejos ni cerca de la capital, ni tan lejos para desarrollarse de forma independiente, ni tan cerca para ser absorbida por la metropolí. Ni grande ni pequeña.
A veces, Facatativá es una mala copia de Bogotá; una buena caricatura que hace reír.
Facatativá es soberbia; taimada y corrupta; mojigata hasta el tuetano y vorazmente chismosa; se enorgullese de lo que ha aborrecido, de lo que no conoce, de lo que era. Facatativá ya no es lo que era ni nunca lo ha sido.
Facatativá no tiene identidad, no la ha construido; no conoce su Historia, sus historias. Nada sabe sobre Tisquesusa, muerto en las piedras del tunjo; los únicos pictogramas que conoce son del tipo: "maría y alex forever"; nada sabe del teatro Victoria, del antiguo cementerio; nada sobre el esplendor y ocaso de las salas de cine; nada sobre sus miserias, sus angustias, sus pequeñas alegrías y su eterna tristeza.
Yo tampoco sé nada de ella. He aterrizado aquí varias veces, tres para ser exacto. La primera fue en agosto de 1976, me estrelló el viento frío y seco en la cara. La segunda fue a finales del 82, llegué como visitante y me he demorado demasiado en salir; creía conocerla y por eso creció en mí la apatía por ella. Finalmente volví el 31 de diciembre de 1985, no sé si fue la fecha pero la vi con otros ojos; con más esperanza, con más fe en ella.
Ya dije que no la conozco. Ahora me dedico a buscarla, a conocerla, a escucharla y a contarla, según mi versión de los hechos, de lo que he vivido y cómo lo he vivido.
Aquí está: