martes, 21 de octubre de 2008

A modo de introducción. (un conato)



Cómo resumir el compendio de una vida, ahora que toda definición, que todo significado lo da wikipedia, ese ejercicio de información que terminará desplazando a la Enciclopedia Británica, al Laurosse, al Diccionario Sopena; una enciclopedia de trivialidades y en muchos casos de inexactitudes. Desde la biografía de George W Bush hasta la biografía (o hagiografía) de la pornostar Belladonna. Debo confesar que me llama más la atención la vida de Belladonna que la de W Bush. Me dice más la historia de la niña hija de pastor mormón que deviene a pornostar y luego termina contagiada de herpes (genital, por supuesto) y no la del texano, alcohólico rehabilitado, que ha emprendido una guerra justificada oficialmente por el miedo y soterradamente por el petróleo y el dinero.
¿Debo aclarar mi condición de anónimo? ¿por qué alguien querría escuchar mi voz y mi historia? Una voz normal, sin matices especiales; y una historia simple, gris, como la de la mayoría de la humanidad.
Mi historia no se hace valedera porque la cuente yo, o porque la cuente alguien más. Qué puede llegar a tener para que merezca ser escuchada. Acaso creo que puede llegar a interesar al anónimo personaje que esté detrás de este libro, y que pueda superar la primera página y que llegue a la última sin sentir que al final ha perdido su tiempo, que ha sido un fraude, que es una historia más del montón sin valía suficiente.
Si mi voz no contara mi historia, si fuera otra voz, de pronto mi historia sonaría diferente...
Sospecho que este es el momento en que tendría que hacer mi presentación, no sé, algo así como: “Me llamo Arthur Gordon Pyn. Fue mi padre un respetable comerciante de la marina de Nantucket…” o “Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí me llaman Lázaro Tormes, hijo de Tome Gonzáles y Antona Pérez…” o mejor “Mi padre, un pequeño burgués de condición modesta, tenía una pequeña hacienda en el distrito de Nottingham. De sus cinco hijos, yo era el tercero…”. Pero no, no tengo grandes aventuras que contar, tampoco puedo decir que llevo mucho tiempo acostándome temprano (aunque, en realidad, así sea).
Retomo. Soy un tipo común, uno del montón, me refiero a que jamás destaqué por nada, hijo normal, adolescente rebelde sin complicaciones (quiero decir que probé las drogas pero no fui drogadicto, bebí alcohol, pero no tengo cirrosis; tiré con putas pero no fui contagiado por alguna con ninguna venérea; tuve novia pero no quedo preñada, aunque en esto sí me distingo o corrí con suerte (o me corrí con suerte).
Curse una carrera profesional. Nada del otro mundo. Entré a trabajar y tuve jefe. Tuve un sueldo. Tuve un amor. Tuve dos viajes. Iba a cine dos veces por semana, martes y jueves. A tomar unos tragos, viernes o sábados. Los domingos: fútbol. Miércoles de sexo, con o sin novia; con o sin puta. Los lunes, comenzar.
Resumiendo: tengo un propósito, una idea fija, contar una historia tan anodina como la de cualquiera que cruza la calle, tan simple como ir a al tienda por una libra de café, algunos no la querrán escuchar, y estoy de acuerdo, es difícil sentarse a leer historias grises como la de uno. Y porqué lo hago preguntarán otros, no lo hago por ellos, ni por ser escuchado, lo hago por mí, le debo a mi vida gris y baladí el precioso homenaje de ser narrada en su más grande decadencia.

1 comentario:

bajofondo dijo...

Algo me recuerda a Sabina...